martes, 27 de noviembre de 2012

Pilares de la cosmovisión posmoderna



Se ha de entender por cosmovisión la percepción del hombre con respecto al universo y de su afán por entenderlo hasta un punto absoluto, cuestión bastante compleja e irónicamente inexacta que ha tocado cada pequeña parte de la evolución histórica de la mente occidental.

La denominada mentalidad posmoderna, con sus múltiples y variados contextos y su situación intelectual enteramente compleja y ambigua, no es más que la suma de muchas corrientes intelectuales y culturales que han estado presente en el hombre desde la cosmovisión griega clásica hasta la que hoy se conoce como posmoderna. ¿Es entonces la gestación de la cosmovisión posmoderna una verdad absoluta y singular? Para poder responder esta pregunta es necesario tener en cuenta el inicio de los pilares de la mente occidental, como también su progreso intelectual al pasar de los años y al pasar de la civilización de occidente.

A través de los años, y como comienzo central de la gestación de la mentalidad posmoderna, fueron los griegos quienes se preguntaron por primera vez su visión del mundo con un constante desarrollo e iluminación magnífica, y que durante muchos años fueron considerados erróneos e incorrectos en su percepción, son ahora para muchos, la base central de la cosmovisión actual.

Visto entonces de esta manera, son los griegos los que dieron inicio a una sucesión de cambios y eventos en la historia, una historia en la que el idealismo metafísico se contrarrestó con el escepticismo secular haciendo del hombre un ser más pequeño con respecto a su naturaleza. La crisis del antropocentrismo con la teoría heliocéntrica desbancaría al hombre como punto central en el universo; La teoría de la evolución, con los estudios de Darwin sobre la selección natural, desplazaría al hombre como foco privilegiado de la creación. Por último, sería Freud quien pondría en el punto extremo de su existencia al hombre, uno racional y consciente, pero con una fuente de experiencias y sentimientos inconscientes desconocidos para él mismo.

Cambios tan mínimos como darse cuenta de que eres uno más de la naturaleza y que existe mucho más allá de lo que te rodea fueron, en términos de evolución, el motor que despertó un principio de incertidumbre en las cosmovisiones griega clásica, la medieval e, incluso, la moderna.

Es importante destacar también que a través de esta nueva concepción del universo y de las mil y una pregunta que se hacía la sociedad occidental sobre el significado y sentido de su existencia dieron paso a varios cambios de focos de fe en la percepción de a quién o qué se debía creer en el transcurso de la evolución, como en el momento justo en que el cristianismo en la época medieval se presentó a la humanidad como fuente de respuestas a sus preguntas. Un cristianismo pluralista en sus orígenes, pero monolítica en su forma desarrollada que regiría el espíritu europeo hasta el Renacimiento.

La gestación medieval cristiana de la cultura europea llegaría a un umbral crítico a través de la caída del Imperio Romano con la toma de Constantinopla. Fue así como, entre los siglos XV y XVII, Occidente presenciaría el surgimiento de un ser autónomo y con renovada consciencia de sí mismo, de un ser humano curioso acerca del mundo y confiado en sus propios juicios.

Es así como la ciencia se presentaría como gracia salvadora de la nueva mentalidad (Tarnas, 2001) y sería el hombre, a través de la ciencia, quien respondería ahora a esas preguntas existenciales, preguntas que las cosmovisiones antigua y medieval mostraban de una manera primitiva, supersticiosa, infantil y opresora.

En conclusión, y sin profundizar más en el tema, se puede dar a entender que fue entonces los cambios en la mentalidad a través de su afán por responder esas preguntas existenciales y los cambios de fe los que marcaron cada etapa de la evolución de las cosmovisiones hasta la que hoy conocemos como mentalidad posmoderna.

Reseña: Los niños invisibles (película)





La ingenuidad es un estado de inocencia que se instala en la mejor época de nuestras vidas, la infancia; es así como Lisandro Duque Naranjo, director de cine colombiano, lleva a la pantalla grande una de sus mejores obras, Los niños invisibles. Obra que por su buen trabajo cinematográfico ha ganado múltiples galardones como el premio a la mejor película colombiana en el XVIII Festival de Cine de Bogotá (2001), premio al mejor guion en el Festival de Cine para la Infancia de Olimpia, Grecia (2002), entre otros.

La historia se sitúa en los años 50 en un pequeño y alejado pueblo de Colombia llamado Ambalema que, como es obvio por la época, sufre un conflicto entre los liberales y los conservadores por instaurar el mejor ideal político, además de que en dicho momento y lugar surge la formación de zonas de autodefensa y en la que aparecería el primer grupo armado comunista en la lucha por la caída del actual presidente, Gustavo Rojas Pinilla.


Rafael, un niño de siete años e hijo único de una familia promedio de Ambalema se embarcará en una aventura de osadía e ingenuidad infantil por lograr su más puro e inocente deseo, estar más cerca de su vecinita, Martha Cecilia, de quien está enamorado y a la que espera no lo detecte en su cercanía. Él, junto con sus dos amiguitos, Fernando y Gonzalo, se obsesionan con la idea de ser invisibles y poder hacer muchas travesuras con ello. Uno de ellos comenta que existe una manera de lograrlo y que alguien vende esa propuesta. Rafael acepta la misión y va en busca del vendedor del producto quien sería un “culebrero”. Al estar allí descubre que la forma de hacerse invisible es a través de un folleto de magia negra y que es solo para adultos. En último momento, consigue obtenerlo y revela que para poder continuar con su cometido deberá hacer la primera comunión y poder estar absuelto de pecados cada vez que los cometa.


Luego de haber comulgado por primera vez, Rafael estará listo para darle lectura y acción a dicho folleto. Les contará a sus amigos y estos poco crédulos rechazarán la oferta, pero al tiempo la aceptarán y jurarán lealtad a ello. Para poder hacerse invisibles deberán robarse una gallina y sacarle la molleja¸ sacrificar un gato y extraerle el corazón, y quitarle a un escapulario la foto de la Virgen del Carmen para colocar allí las vísceras de los animales sacrificados. Todo esto en un día de luna llena y a medianoche en un cementerio. Es así como cada niño se encargará de lograr los objetivos y  darán inicio a la traviesa y pecadora aventura que con la ayuda de las fuerzas de la oscuridad se harán invisibles.


Tras haber sufrido las grandes tribulaciones que implicaba conseguir los ingredientes del maleficio, Rafael y sus amigos se ven en la tarea de completar el hechizo y hacerse invisibles. Al suceder esto, no ven ninguna diferencia y el beneficio de la duda los invade creyendo que no les pudo funcionar. Es por ello que se dispondrán a corroborar el resultado y al otro día estando en la calle, Rafael, quien tiene puesto el escapulario, descubrirá que hasta un ciego lo puede ver. Después de fallidos intentos por saber si el hechizo hizo efecto, Rafael se dirigirá a casa de su amada Martha Cecilia, la cual estaría de cumpleaños y allí pondría fin a su duda. Él se da cuenta de que Martha Cecilia no lo puede ver y se siente mal por ello, pues ahora más que nunca deseaba que en vez de verla a ella, ella lo viera a él. Ya al final de esta confusa situación, Martha Cecilia se aproxima a Rafael y le quita el escapulario afirmándole que ya no necesita ser invisible para ella y que todo está bien.


En definitiva, una gran película. No solo como una historia ficciosa y algo fantasiosa de unos niños en busca de ser invisibles, sino de la carga subjetiva que esta trae consigo. Veremos en ella, como la situación espacio-tiempo muestra una realidad que ya sucedió y que dio comienzo a un hecho importante en Colombia, el surgimiento de las autodefensas. Veremos también la idiosincrasia colombiana del momento y de su disidencia a un gobierno centralista como el de Rojas Pinilla que, como anexo histórico, fue quien inauguró la Televisora Nacional con la primera transmisión del Reinado Nacional de la Belleza de 1954. Del mismo modo, observaremos que dicho conflicto sociopolítico por la implantación de un ideal y el inconformismo de muchos colombianos marcará un hito en la historia de la obra y le dará mucho sentido a la aventura de los tres niños.


sábado, 17 de noviembre de 2012

La eterna vida de la escritura




Sin duda alguna, la escritura ha sido uno de los medios de comunicación humanos más antiguos, y en la que, gracias a un sistema de representación gráfica, se logra una efectiva transmisión de información. Este medio de comunicación ha llegado a ser como una máquina del tiempo real e inmediata, permitiendo comunicarse con los más antiguos personajes de la historia que en algún momento plasmaron todas sus ideas y pensamientos sobre el papel, la roca, e incluso la piel. Se debe tener en cuenta que lo que hace maravilloso a la escritura no es solamente su índole utilitaria a la humanidad para su desarrollo hasta la época actual, sino también ese “toque” artístico del que se sirve un escritor para sacar a flote el espíritu romántico, sutil y bello pero también siniestro del pensamiento humano.

Bien se puede decir que la escritura hace parte fundamental de los procesos cognitivos del humano, pues es a través de estos en los que se reafirma la estructuración del pensamiento. De igual manera, es preciso recordar que la escritura es un conjunto de signos que exhiben una idea, y para alcanzarla se debe pasar por un proceso “construcción mental del pensamiento” que, como punto final, concluiría en una reflejada en lo escrito. Una escritura sin pensamiento es inconcebible. La actividad cognitiva es la primera parte a la hora de escribir, pues se estructuran las ideas a medida que se piensan, y luego se exteriorizan. De este modo,  Alice Pouget de Rodríguez (2009) afirma: “pensar en la posibilidad de un desarrollo cognitivo independiente de la actividad escrita, lleva a pensar en que el ser humano se desarrolle sin la sistematización de sus pensamientos y, en consecuencia, que evolucione sin una expresión” (p. 6).

Ya alejándonos un poco del ámbito teórico se podría decir a grosso modo que la escritura permite, a quien lo hace, crear su propio mundo, liberar el pensamiento y materializar cuanto pensamiento pasa por su cabeza. Su importancia está en que son el hombre mismo en potencia, son sus ojos, sus manos, su corazón, su inteligencia, todo su ser es quien lee y quien escribe. Es él quien hace su propia interpretación de lo leído, es él quien le da vida y hace suyas las letras, es él quien manifiesta su pensamiento, sus acciones, su razón de existir, de ser.

¿Cómo definir a un buen escritor? Una gran pregunta. Algunos consideran que un buen escritor depende de si tiene buena ortografía, gramática, sintaxis, cohesión y de si ha leído incontables libros. Otros, y creo los más acertados, consideran que alguien que sabe escribir conoce muy bien su idioma, utiliza una apropiada combinación de términos, es detallista por excelencia y hace de las ideas algo mágico y atrayente que te atrapa y te mete en la historia haciéndote vivir su mundo, ese mundo que se propuso al escribirlo. Solo me queda decir al último argumento, touché.

"Para mí, el mayor placer de la escritura no es el tema que se trate, sino la música que hacen las palabras". Estas sabias palabras del escritor y periodista Truman Capote, me llevan a la clara deducción de que la escritura ha llegado a ser un transmisor directo de sentimientos y sensaciones. Algunas son generadoras de zozobra y angustia como Crimen y Castigo de Dostoievski, otras son de simpatía, delicadeza y pudor como Wilde en sus perfumadas obras. Coelho con sus aires de “todo va a estar bien” y Nietzsche con “nada va a salir bien, ni siquiera saldrá”. En tal caso, es el escritor quien a manera muy subjetiva quiere expresar tales sensaciones y que éstas sean sentidas al leerse, pero muchos de ellos, incluso yo, me limito a escribir y dejar salir las ideas sin esperar que “caigan bien”, y solo dando a conocer un punto de vista diferente de la vida. Como bien diría Jean de La Bruyère: “hay que buscar únicamente pensar y hablar 'justo', sin querer atraer a los demás a nuestro gusto y a nuestros sentimientos; es una empresa demasiado grande”.

En conclusión, la escritura desempeña un papel importante en la formación lógica y coherente de nuestro sistema de ideas. El ejercicio de la escritura permite al ser humano alcanzar niveles del conocimiento ilimitados y mucho más amplios que en la lectura,  y que en términos de analizar, condensar, hacer juicios críticos y crear, constituyen al ser humano como el sujeto pensante y racional que sabe que sabe, porque escribe y lee lo que otros una vez escribieron. De igual modo, y ya para finalizar, la escritura permite abrir el corazón, socavar en él y sacar los pensamientos más gratos, felices y hasta retorcidos que en muchas ocasiones ni hablando se logra. Todos estos pensamientos serán llevados al papel y durarán mucho tiempo. Tal vez cien años o incluso más, pero lo que sí es seguro es que será para la posterioridad, porque como dicen por ahí, el papel lo aguanta todo.