sábado, 17 de noviembre de 2012

La eterna vida de la escritura




Sin duda alguna, la escritura ha sido uno de los medios de comunicación humanos más antiguos, y en la que, gracias a un sistema de representación gráfica, se logra una efectiva transmisión de información. Este medio de comunicación ha llegado a ser como una máquina del tiempo real e inmediata, permitiendo comunicarse con los más antiguos personajes de la historia que en algún momento plasmaron todas sus ideas y pensamientos sobre el papel, la roca, e incluso la piel. Se debe tener en cuenta que lo que hace maravilloso a la escritura no es solamente su índole utilitaria a la humanidad para su desarrollo hasta la época actual, sino también ese “toque” artístico del que se sirve un escritor para sacar a flote el espíritu romántico, sutil y bello pero también siniestro del pensamiento humano.

Bien se puede decir que la escritura hace parte fundamental de los procesos cognitivos del humano, pues es a través de estos en los que se reafirma la estructuración del pensamiento. De igual manera, es preciso recordar que la escritura es un conjunto de signos que exhiben una idea, y para alcanzarla se debe pasar por un proceso “construcción mental del pensamiento” que, como punto final, concluiría en una reflejada en lo escrito. Una escritura sin pensamiento es inconcebible. La actividad cognitiva es la primera parte a la hora de escribir, pues se estructuran las ideas a medida que se piensan, y luego se exteriorizan. De este modo,  Alice Pouget de Rodríguez (2009) afirma: “pensar en la posibilidad de un desarrollo cognitivo independiente de la actividad escrita, lleva a pensar en que el ser humano se desarrolle sin la sistematización de sus pensamientos y, en consecuencia, que evolucione sin una expresión” (p. 6).

Ya alejándonos un poco del ámbito teórico se podría decir a grosso modo que la escritura permite, a quien lo hace, crear su propio mundo, liberar el pensamiento y materializar cuanto pensamiento pasa por su cabeza. Su importancia está en que son el hombre mismo en potencia, son sus ojos, sus manos, su corazón, su inteligencia, todo su ser es quien lee y quien escribe. Es él quien hace su propia interpretación de lo leído, es él quien le da vida y hace suyas las letras, es él quien manifiesta su pensamiento, sus acciones, su razón de existir, de ser.

¿Cómo definir a un buen escritor? Una gran pregunta. Algunos consideran que un buen escritor depende de si tiene buena ortografía, gramática, sintaxis, cohesión y de si ha leído incontables libros. Otros, y creo los más acertados, consideran que alguien que sabe escribir conoce muy bien su idioma, utiliza una apropiada combinación de términos, es detallista por excelencia y hace de las ideas algo mágico y atrayente que te atrapa y te mete en la historia haciéndote vivir su mundo, ese mundo que se propuso al escribirlo. Solo me queda decir al último argumento, touché.

"Para mí, el mayor placer de la escritura no es el tema que se trate, sino la música que hacen las palabras". Estas sabias palabras del escritor y periodista Truman Capote, me llevan a la clara deducción de que la escritura ha llegado a ser un transmisor directo de sentimientos y sensaciones. Algunas son generadoras de zozobra y angustia como Crimen y Castigo de Dostoievski, otras son de simpatía, delicadeza y pudor como Wilde en sus perfumadas obras. Coelho con sus aires de “todo va a estar bien” y Nietzsche con “nada va a salir bien, ni siquiera saldrá”. En tal caso, es el escritor quien a manera muy subjetiva quiere expresar tales sensaciones y que éstas sean sentidas al leerse, pero muchos de ellos, incluso yo, me limito a escribir y dejar salir las ideas sin esperar que “caigan bien”, y solo dando a conocer un punto de vista diferente de la vida. Como bien diría Jean de La Bruyère: “hay que buscar únicamente pensar y hablar 'justo', sin querer atraer a los demás a nuestro gusto y a nuestros sentimientos; es una empresa demasiado grande”.

En conclusión, la escritura desempeña un papel importante en la formación lógica y coherente de nuestro sistema de ideas. El ejercicio de la escritura permite al ser humano alcanzar niveles del conocimiento ilimitados y mucho más amplios que en la lectura,  y que en términos de analizar, condensar, hacer juicios críticos y crear, constituyen al ser humano como el sujeto pensante y racional que sabe que sabe, porque escribe y lee lo que otros una vez escribieron. De igual modo, y ya para finalizar, la escritura permite abrir el corazón, socavar en él y sacar los pensamientos más gratos, felices y hasta retorcidos que en muchas ocasiones ni hablando se logra. Todos estos pensamientos serán llevados al papel y durarán mucho tiempo. Tal vez cien años o incluso más, pero lo que sí es seguro es que será para la posterioridad, porque como dicen por ahí, el papel lo aguanta todo.

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