martes, 27 de noviembre de 2012

Reseña: Los niños invisibles (película)





La ingenuidad es un estado de inocencia que se instala en la mejor época de nuestras vidas, la infancia; es así como Lisandro Duque Naranjo, director de cine colombiano, lleva a la pantalla grande una de sus mejores obras, Los niños invisibles. Obra que por su buen trabajo cinematográfico ha ganado múltiples galardones como el premio a la mejor película colombiana en el XVIII Festival de Cine de Bogotá (2001), premio al mejor guion en el Festival de Cine para la Infancia de Olimpia, Grecia (2002), entre otros.

La historia se sitúa en los años 50 en un pequeño y alejado pueblo de Colombia llamado Ambalema que, como es obvio por la época, sufre un conflicto entre los liberales y los conservadores por instaurar el mejor ideal político, además de que en dicho momento y lugar surge la formación de zonas de autodefensa y en la que aparecería el primer grupo armado comunista en la lucha por la caída del actual presidente, Gustavo Rojas Pinilla.


Rafael, un niño de siete años e hijo único de una familia promedio de Ambalema se embarcará en una aventura de osadía e ingenuidad infantil por lograr su más puro e inocente deseo, estar más cerca de su vecinita, Martha Cecilia, de quien está enamorado y a la que espera no lo detecte en su cercanía. Él, junto con sus dos amiguitos, Fernando y Gonzalo, se obsesionan con la idea de ser invisibles y poder hacer muchas travesuras con ello. Uno de ellos comenta que existe una manera de lograrlo y que alguien vende esa propuesta. Rafael acepta la misión y va en busca del vendedor del producto quien sería un “culebrero”. Al estar allí descubre que la forma de hacerse invisible es a través de un folleto de magia negra y que es solo para adultos. En último momento, consigue obtenerlo y revela que para poder continuar con su cometido deberá hacer la primera comunión y poder estar absuelto de pecados cada vez que los cometa.


Luego de haber comulgado por primera vez, Rafael estará listo para darle lectura y acción a dicho folleto. Les contará a sus amigos y estos poco crédulos rechazarán la oferta, pero al tiempo la aceptarán y jurarán lealtad a ello. Para poder hacerse invisibles deberán robarse una gallina y sacarle la molleja¸ sacrificar un gato y extraerle el corazón, y quitarle a un escapulario la foto de la Virgen del Carmen para colocar allí las vísceras de los animales sacrificados. Todo esto en un día de luna llena y a medianoche en un cementerio. Es así como cada niño se encargará de lograr los objetivos y  darán inicio a la traviesa y pecadora aventura que con la ayuda de las fuerzas de la oscuridad se harán invisibles.


Tras haber sufrido las grandes tribulaciones que implicaba conseguir los ingredientes del maleficio, Rafael y sus amigos se ven en la tarea de completar el hechizo y hacerse invisibles. Al suceder esto, no ven ninguna diferencia y el beneficio de la duda los invade creyendo que no les pudo funcionar. Es por ello que se dispondrán a corroborar el resultado y al otro día estando en la calle, Rafael, quien tiene puesto el escapulario, descubrirá que hasta un ciego lo puede ver. Después de fallidos intentos por saber si el hechizo hizo efecto, Rafael se dirigirá a casa de su amada Martha Cecilia, la cual estaría de cumpleaños y allí pondría fin a su duda. Él se da cuenta de que Martha Cecilia no lo puede ver y se siente mal por ello, pues ahora más que nunca deseaba que en vez de verla a ella, ella lo viera a él. Ya al final de esta confusa situación, Martha Cecilia se aproxima a Rafael y le quita el escapulario afirmándole que ya no necesita ser invisible para ella y que todo está bien.


En definitiva, una gran película. No solo como una historia ficciosa y algo fantasiosa de unos niños en busca de ser invisibles, sino de la carga subjetiva que esta trae consigo. Veremos en ella, como la situación espacio-tiempo muestra una realidad que ya sucedió y que dio comienzo a un hecho importante en Colombia, el surgimiento de las autodefensas. Veremos también la idiosincrasia colombiana del momento y de su disidencia a un gobierno centralista como el de Rojas Pinilla que, como anexo histórico, fue quien inauguró la Televisora Nacional con la primera transmisión del Reinado Nacional de la Belleza de 1954. Del mismo modo, observaremos que dicho conflicto sociopolítico por la implantación de un ideal y el inconformismo de muchos colombianos marcará un hito en la historia de la obra y le dará mucho sentido a la aventura de los tres niños.


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